El día que no salí de Colombia ni entré a Venezuela

Nos fuimos de Chuao a dedo, en lancha. Los familiares de la negra Prisca y la señora Himalaysa, que tanto me ayudaron, nos llevaron gratis en la lancha para ya ir saliendo de Venezuela. Ya que solo nos quedaba plata para los pasajes hasta la frontera. 
Apenas bajamos de la lancha caminamos hasta el terminal, donde tomamos el primer bus que salió hacia Maracay. Por suerte en Maracay nos recibieron Rafael, Alejandra y su familia. Pasamos la noche en su casa, compartiendo comidas, historias y discusiones politicas; todo en Venezuela es politica. Al otro dia, Angelo tenia que volver a Caracas a buscar unos lentes que ya habia comprado y pagado. Y yo acompañé a Rafael hasta Puerto Cabello. Entre historias e historias se nos pasó el dia viajando y la pasamos muy lindo. 
Esa misma noche, con los ultimos bolivares que teniamos, tomamos el bus a San Cristobal, nuestro ultimo destino en la Republica Bolivariana. Llegamos directo al encuentro con Coco en famosa plaza Los mangos del querido Barrio Obrero.
Con Coco ya habiamos vivido una semana juntos en Chuao y hasta habló a mi vieja para avisarle que yo estaba bien, sin wifi. Cuando llegamos a su ciudad nos fue a buscar a la plaza, nos subio a un bus y le dijo al chofer que nos baje en la puerta de su casa. Nos recibio de puta madre, y nosotros no teniamos ni un bolo. Ella gasto sus ahorros en alquilar un hotel para los 3, en Barrio Obrero (cerca de los bares) y en que tambien comamos, bebamos y la pasemos bien. Nos conocimos a todos sus amigos y sus lugares favoritos. Habran pasado 2 dias hasta que ya ni coco tenia dinero. 
Entonces nos recibieron Kiko y su mama. En su casa ya vivian Ezneider y otro chico que alquilaba una de las habitaciones. Nosotros 3 dormiamos en el piso, en la misma habitacion que kiko y su mama. Todas las mañanas la mama de Kiko nos despertaba para que nos hagamos un desayuno, nos brindaban todo. 
Finalmente mi vieja me mandó la plata que yo habia guardado para regresar a casa. Mis planes eran buscar la plata y terminar de conocer el caribe venezolano. Despues de todo Chuao era solo el comienzo, quedaban bastante lugares por conocer. Pero para conseguir dolares yo tenia que cruzar a Colombia y volver a Venezuela. 
Coco me acompañó hasta la frontera, ya que para volver iba a tener que cruzar 2 controles militares en los que me iban a querer robar los dolares. Esa bendita frontera San Antonio-Cúcuta, que desde que entramos a Venezuela nos decian que estaba cerrada por problemas de contrabando, era un verdadero caos. Cientos de venezolanos llegaban a San Antonio para salir del pais e ir a Colombia a buscar una nueva vida y no se lo permitian. Pero a mi, por ser Argentino no me podian hacer problemas.. Y luego de cruzar 3 controles militares y esperando la orden para avanzar en cada uno de ellos, crucé el puente que separa los dos paises.
¡Que linda sensacion conocer un pais nuevo! Solo estaba en Colombia para buscar mi dinero y volver a Venezuela, un par de horas en un pais en el que nunca habia estado. Fui directo a buscar la plata y en menos de una hora estaba haciendo cola en migraciones para salir de Colombia. Y ahi empieza la historia:
El funcionario de migraciones colombiano me informó que no podia salir del pais el mismo dia que habia ingresado pero "de parce" me puso el sellito en el pasaporte. Y ese sello me permitió llegar hasta la mitad del puente, donde me esperaban los militares venezolanes y los funcionarios del Saime (inmigracion). Ellos me repitieron lo mismo, y me agregaron el detalle que no podia volver a Venezuela hasta pasados 3 dias. Yo pensaba ir y volver en el dia, no tenia nada de mis cosas, solo mi pasaporte y la plata que iba a buscar. No podia estar 3 dias en la frontera mas peligrosa del mundo, donde de un lado el petroleo vale nada pero no hay productos basicos y del otro la vida es casi tan cara como en Argentina. Encima Coco me estaba esperando del otro lado del puente, y necesitaba de la plata que yo tenia para viajar hasta su casa en San Cristobal (3 hs). 
Me comunicaba con ella alquilando un celular. Ella me decia que no podia ser que no me dejen entrar, que insista y que trate de coimear a los militares (siempre quieren una coima). La solucion que me daban los colombianos era que cruce "por trocha", es decir ilegalmente por abajo del puente. Pero yo no queria eso, yo necesitaba tener mi pasaporte sellado con el ingreso a Venezuela para poder cruzar los 2 controles militares, sino me iban a llevar preso por indocumentado.
Despues de estar toda la tarde parado en la mitad del puente rogandole a los militares que me dejen entrar, de haber estado a segundos de cruzar por abajo del puente, de haber hablado mil veces por telefono con Coco; Finalmente el funcionario del Saime me dejó cruzar, pero me dijo que no selle mi pasaporte hasta dentro de 3 dias. Los militares de los controles, al verme sin mochila sin nada, me revisaron de arriba a abajo, hasta me hicieron bajarme los calzoncillos. Caian dolares de mis calzoncillos, de mis zapatillas, de mis bolsillos y hasta de mi portavalores. Eran 100 dolares en billetes de 10, los tenia distribuido por todos lados. 
Por segunda vez en Venezuela, llegué al encuentro con Coco y hablando de la odisea nos comimos una hamburguesa y una Polar negra (que es cerveza rubia en envase negro). Coco insistia en que teniamos que volver a San Cristobal y yo no me queria ir de San Antonio sin mi sello, ya sabia lo que iba a pasar. Fuimos a inmigraciones y traté de entrar a Venezuela con mi cedula, ya que mi pasaporte decia que habia salido ese mismo dia. De un segundo para otro, el sistema estaba emitiendo mi orden de deportacion y en una camioneta sin ninguna identificacion me llevaban a yo no sabia donde. Ese fue el momento en que mas miedo tuve. Le deje toda la plata a Coco y solo me lleve 40 dolares, para coimear a varios militares y zafar. En la mitad del puente me dejaron, de noche y me dijeron que no iba a poder ingresar nunca mas a Venezuela. 
El lugar es oscuro, alejado y solitario, hacia muchisimo calor y habia sancudos a mas no poder; tenia miedo. Sin decir una palabra, fui a cambiar plata, comprar pan y agua y buscar el lugar mas barato para dormir. No sabia cuantos dias iba a estar en ese lugar, no sabia si iba a poder volver a Venezuela, si iba a recuperar mi mochila con mis cosas, si iba a volver a ver a toda la gente que me esperaba del otro lado. No sabia si, sin nada mas que esos 40 dolares, iba a tener que volverme a Argentina... Esa noche estaba agotado, me bañe y sin tener ni una toalla para secarme me acosté a dormir. A la hora me desperté por los tiros, se escuchaban cerca.
Al otro dia temprano fui al puente a ver si estaban los mismos militares, si me iban a explicar aunque sea cual era mi situacion, si iba a poder entrar, si tenia que esperar 3 dias o qué pasaba. Eran los mismos, me agarraron del brazo y me tironeaban que cruce la valla que dividia el puente a la mitad para que ellos me puedan meter preso, me amenazaban y se reian. Fui a hablar por telefono con Coco y me contó que ya habia tramitado todo, que como yo no habia firmado nada no me podian expulsar para siempre de Venezuela como me habian dicho. La señora Flaka, la que me alquilaba el celular, me regalo el periodico con juegos y una lapicera para entretenerme. En el diario las noticias decian que en el bar que está al lado del hotel donde yo dormia, habia llegado una moto, se habia bajado un tipo y adelante de todos disparó varios tiros hasta matar a otro. 
Los dos dias siguientes me los pasé encerrado en el hotel; ya no tenia juegos, solo miedo. Pasados los 3 dias me iban a dejar entrar a Venezuela, habian cambiado los militares pero nadie me aseguraba que cuando llegue a inmigracion no vuelva a empezar todo de nuevo. Finalmente una niña y una señora se comprometieron a acompañarme, cuando los policias me quisieron cobrar x llamar a inmigracion para darme informacion. Todo siguió bien, cuando llegue a San Cristobal me estaban esperando los amigos en un bar, nos pusimos ebrios y volvimos donde kiko. Esa semana que estuve en Venezuela por segunda vez, ya teniamos dinero, saliamos de rumba y comiamos bien. 


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